Da pena llegar a un cine y ver que la administración y los trabajadores comunes (hasta las taquilleras) son controlados por funcionarios de la seguridad del estado.
Da rabia y vergüenza que paguen justos por pecadores cuando se forma la consabida confusión del segregado –que enseguida quieren ingenuamente reclamar sus derechos civiles y solicitar argumentos en vez de pretextos tontos y justificaciones insípidas- y que muchachos de veinte años que no tienen nada que ver con la escabrosa situación, pero saben, los han adoctrinado de esta forma, que “hay cosas que no tienen explicación, a menos de que se trate de una broma absurda”, y den media vuelta de la manera más rápida y hagan todo lo posible por averiguar lo menos posible: No es nuestro asunto, allá ellos. No nos interesa demasiado. No teníamos adonde ir y fatalmente nos tropezamos con este circo.
Daría nada menos que escalofríos que esta moda para nada reciente fuera a extenderse a cada lugarcillo cultural o de recreación de La Habana o de cualquier capital de provincia en esta islita: habría entonces que adoptar la construcción virtual e inútil de una isla propia al estilo zen.
Habría que admitir voluntariamente la preferible prisión domiciliaria.
Conseguir un proyector, la película en cuestión, verla en la pared interior de tu casa (ya sabemos que la exterior no te pertenece) y anularte como individuo civil social. Conseguir amigos trovadores, que no trancen demasiado, convencerlos y hacer un conciertico muy íntimo privado, sin casi programar nada, sin casi invitar a la gente para que los segurosos no se enteren ni filtren y manden a parar, como ahora con el festival independiente de poesía que estaba armando Reina María Rodríguez para los primeros días de junio, coincidiendo con el oficial Festival Internacional de Poesía que se realiza anualmente según ellos y yo no me había dado por enterada hasta ver una pancartona horripilante por Infanta. (Que si a los muchachos del Isdi les ha dado por diseñar así las cuestiones culturoides no sé que nos puede esperar para la habitual propaganda política oficialista).
Dejarse llevar por la emoción y el acaloramiento inmediatos que produce presenciar cualquier injusticia cometida hacia cualquier persona por las instituciones culturales estatales, más si es uno mismo y tus amigos, en realidad puede llegar a ser contraproducente, y una forma muy pasiva de seguirles el juego y caer en la neurosis colectiva.
Yo me reservo mi derecho de admisión de confrontarme verbalmente con alguno de estos perros funcionarios, de siquiera mirarles su pestífero hocico muy de frente y, sobre todo, de permitir a esos arruinar mi buena energía pese a todas las barbaridades diarias que me tocan padecer.
Yo no sé si les queda poco, yo no sé dónde coño van a conseguir pincha de ser así, yo no sé si mañana no voy a poder ir al próximo ciclo de Bergman que programe la Cinemateca.
Ya me haré de toda la colección y de un amigo con proyector en casa y disfrutaré cuanto pueda y me dejen esa paz interior que se supone quede en el hogar cubano, casi al estilo islámico, donde las mujeres apenas salen al exterior contaminante, porque les es prohibido interactuar con la impureza.
Y no se crean que no han pensado nuestras cabecitas femeninas segregadas en disfrazarnos a la manera arábiga con mantos y pañuelos que nos cubran todo el rostro a ver si, más allá de manifestarnos performáticamente, podemos escabullirnos por alguna rendija simpática que no nos reconozca y nos acepte; como cuando el policía holguinero detiene en la Habana Vieja al argelino que va de la mano de alguna muchacha “nacional” pero tan “blanquita” por “acoso al turista” y éste le extiende el pasaporte sin entender ni papa.
Hay que confundirlos, porque, sin ánimo de ofender, ellos, los que se prestan al engaño continuo y a la gran estafa de este gobierno, son más estúpidos.
Me despido con mi eslogan deleuziano, que ahora menos que nunca puedo dejar de lado: crear es resistir!
beso, Lia
crear es resistir!
2 ¿que tu crees?:
Son unos cerdos, Deya. Unos cerdos que no sirven ni para embutidos. Los castristas son unos cerdos podridos.
Brutal Lía, simplemente brutal, una de tus mejores explicaciones de cómo está la cosa en nuestra isla. Para uno que está afuera, es difícil imaginar lo que explicas como algo que esté pasando ahora mismo, en estos tiempos. Crear una isla propia al estilo zen. ¡Coñooo!!! Y tantos otros ¡coñooos!!! que me da por gritar ahora al leerme esto tuyo. Besos, paz + amor
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