Camila:
Usted es portavoz de un grupo grande de personas que
confían en su integridad y tiene con ellos una enorme responsabilidad,
el de haber contraído un compromiso con la verdad y la transparencia. En
nombre de esos jóvenes que representa y ya que usted sí goza del
privilegio de expresar su opinión libremente, le suplico que se informe
con objetividad.
Los coches lanza agua, los gases lacrimógenos y
demás maquinaria represiva a las que usted está acostumbrada, no son la
única forma de represión que existe. En Cuba se aplican otros métodos,
en gran medida porque no va dirigida a una muchedumbre que se manifiesta
en plena calle y que además responde con violencia, quizás justificada,
ante la agresión. Aquí la represión va dirigida principalmente a grupos
defensores de los derechos humanos, periodistas independientes,
activistas políticos, blogueros, artistas e intelectuales, todas
personas de ideas, de ideas incómodas para el sistema, pero de ideas.
Personas pacíficas que, hasta la fecha, no han realizado ningún acto
público que se asemeje a lo que usted ha experimentado, entre otras
cosas, porque no tienen ese derecho. Y es ese, el acto de manifestarse a
plenitud en las calles, el mayor temor que mueve al sistema represivo
en mi país. Estas personas de las que le hablo son acusadas, en su
mayoría, de servir a los intereses de los Estados Unidos. Constituye
este el gran argumento acusatorio que esgrime nuestro gobierno y de esa
manera se atribuye el derecho de, y le ruego no se aburra: intervenir
los teléfonos, escuchar llamadas y suspender el servicio de móviles y
líneas privadas a su antojo; perseguir hasta la demencia, con agentes
uniformados y vestidos de civil, todos los movimientos de su vida
privada y pública; intervenir el correo electrónico, regular todo
contacto con extranjeros dentro y fuera de Cuba; detener a menudo a la
fuerza, encerrar sin acusación por días enteros, en muchos casos sin
informar a los familiares; coordinar y alentar turbas civiles para
agredir, física y verbalmente a personas violando los más elementales
derechos humanos. Así funciona la represión en Cuba.
Todas estas
medidas fueron aplicadas en un día, aproximadamente a unas 300 personas
durante la visita del Papa Benedicto XVI, acusadas de agitación sin
ninguna evidencia. Lo sé de primera mano porque fui uno más de los
secuestrados por las autoridades, que desde hace un tiempo atrás me
vienen aplicando este tipo de acoso enfermizo. Soy cineasta y mi único
delito ha sido ser radicalmente honesto en mis principios y criterios e
intentar realizar un documental sobre el grupo de punk contestatario
Porno para Ricardo.
Eso ha sido suficiente crimen para que se me persiga y se me hostigue
hasta el punto del secuestro, y recibir amenazas de privación de
libertad por parte de oficiales de la Seguridad del Estado durante mi
detención. Como era de esperarse, también fui acusado de actuar en
nombre de los intereses de los Estados Unidos, cosa que reto
públicamente a demostrar.
Le recuerdo que la organización de
jóvenes comunistas de Cuba, por la que usted ha sido invitada a nuestro
país, no es una organización independiente como la suya. Al contrario,
es una organización creada por el gobierno cubano para representar sus
intereses y también, como es de esperarse, las organizaciones
estudiantiles comunistas, son las únicas que tiene permiso para existir
en Cuba. Así mismo ocurre con todas las organizaciones sociales que
gozan el reconocimiento del Estado, sean obreras, campesinas, tanto
intelectuales y culturales como regionales y comunitarias, todas creadas
por el Partido Comunista y todas de carácter excluyente. Cuando escucha
en sus debates, sus opiniones y visiones, críticas sobre nuestra
realidad, en verdad está escuchando la opinión del Partido Comunista,
opiniones y críticas permitidas y complacientes. Si quiere objetividad,
ahí no la va a encontrar.
Espero que comparta la sospecha conmigo
de lo extraño que resulta que en toda Cuba no exista un solo movimiento
popular que discrepe, aunque sea en un par de aspectos, abiertamente
del gobierno. Ni un grupo estudiantil, de trabajadores de ningún sector
de la economía, ni de intelectuales y artistas. De campesinos y
obreros, representantes de comunidades, líderes religiosos. De madres
indignadas, despedidos en masa, pensionados miserables, ni siquiera de
clientes insatisfechos. No ha existido un solo grupo con reclamos
auténticos en 53 años de proceso “revolucionario”, cero manifestaciones
legítimas en más de medio siglo, y casi ninguna persona suficientemente
elevada moral y éticamente para cuestionar al gobierno. Y eso es muy
raro, al menos para el género humano, tan exigente e inconforme por
naturaleza. Las únicas excepciones a esta regla, aquellos que sí han
luchado por las injusticias reales de este sistema, han sido,
invariablemente acusadas de colaborar, actuar en su nombre, de ser
asalariados de los Estados Unidos y desacreditados públicamente y con
saña en los medios masivos, todos por cierto propiedad del gobierno.
Créame que es imposible tanta coincidencia, particularmente en un país
donde se viven tantas carencias de todo tipo, tanto de libertades
personales, como económicas y espirituales. Algún reclamo auténtico debe
haber.
Las demandas que se hacen desde el delicado margen de la
disidencia no son aspectos que tocan a un solo sector social sino a
todos los cubanos. Y hablan de la libertad de viajar fuera de nuestro
país sin requerir un permiso especial por parte del gobierno. De
permanecer en el extranjero más de 11 meses sin caer en la categoría de
“quedado” y perder nuestra nacionalidad y nuestras propiedades. De tener
libre acceso a internet y gozar, a la par del gobierno, del acceso a la
información noticiosa de nuestra preferencia. Del derecho a la
privacidad y a la participación social en todos los niveles sin
condicionantes ideológicas. De poder asociarnos y tener una opinión
política abierta, sea la que sea, y de que no se encarcele a nadie por
su pensamiento. Podría seguir, pero pretendo ser breve. Como ve, no son
nimiedades, son todos derechos fundamentales del ser humano y que no
dudo, usted y los jóvenes de su país, sí disfrutan.
Le recuerdo
también que detrás del rostro amable y preocupado de la Revolución
Cubana, se esconde una dictadura militar en su más estricta definición.
La resistencia durante las sangrientas dictaduras del pueblo chileno y
argentino han sido y son un ejemplo para todos los cubanos, de lucha, de
integridad y de valor ante la injusticia. Los atropellos de los que
somos víctimas actualmente en Cuba, también ocurrieron en su país y son
considerados una abominación y condenados en estos días de democracia
por muchos sectores, precisamente por haberlos sufrido en carne propia.
Justificarlos sería muy irresponsable. Todos conocemos los horrores a
los que fueron sometidos estos pueblos en las décadas de los 70 y 80,
pero muy poco se conoce en el mundo el historial represivo de esta
“Revolución” que persiguió a los religiosos de todas las creencias, se
ensañó con furia con los homosexuales hasta llegar a excluirlos de sus
ocupaciones, golpearlos y encarcelarlos. Persiguió a todo aquel que
escuchara una música extraña o tuviera gustos no comprendidos por el
esquema de la época, acusados de “diversionismo ideológico”. Recogió,
encarceló, procesó y deportó a sus provincias de origen a miles de
cubanos por el infame delito de visitar la capital de su país. Miles
fueron despojados de su vida en purgas colectivas acusados de cualquier
cargo de moda donde usted podía ser culpable de tener “una risa pequeño
burguesa”, “una conducta impropia” o un “pariente quedado” y así ha sido
desde los primeros años este proceso revolucionario, cuando fue
respaldado por miles de cubanos llenos de esperanzas, que se fueron
diluyendo entre torpezas y decisiones arbitrarias.
Aún existe una
fascinación incondicional por la Revolución Cubana en Latinoamérica, en
gran medida por el desconocimiento de nuestra realidad, gracias a que
los medios de denuncia han sido eficientemente silenciados a lo largo de
todos estos años, tal vez por la generosa actitud con la que se muestra
hacia fuera el gobierno de Cuba. He notado la tendencia a idealizar
nuestro sistema, quizás porque durante los años que ustedes vivieron
bajo la represión fueron perseguidos por ideas que parecían
materializarse aquí, creando tal vez una ilusión romántica de justicia.
Pero sepa también que esta dictadura encuentra crédito y se justifica
con esas complicidades ante su pueblo, y es certificado de credibilidad
la inocencia ciega con la que muchos apoyan a este gobierno, sin
cuestionamientos esenciales, sin que prime la verdad.
Así que le
pido, no se deje engatusar por las caras sonrientes y pregunte. Pregunte
por la UMAP, por la parametración, por los ”actos de repudio” de ayer y
por los de hoy, por las brigadas de acción rápida y la condición
abiertamente declarada de “vigilantes” de los CDR y sus siniestras
“verificaciones”, con menos glamour televisivo pero con igual costo
humano. Y ya que quizás a usted sí le den alguna respuesta, pregunte por
favor, por el hombre desesperado que gritó solo, no en una
manifestación, sino solo, un par de opiniones en la misa que ofició el
Papa en Santiago de Cuba y que fue golpeado a puños limpios, no con
agua, desaparecido y hasta el sol de hoy nadie sabe dónde está. Y cuando
tenga algunas respuestas, acudiendo a su criterio, pregúntese, por mí y
por los millones de cubanos que queremos saber, si las cosas no podían
haber sido de otro modo.
Ismael de Diego
La Habana, abril 2012