Miro atrás, a cuando tenía entre 7 y 11 años y cada vez me convenzo más de que a mis padres, como a muchos otros, hay que darles no una sino miles de medallas, y porqué no, también un Nobel de la paz, de la fuerza y del sacrificio.
Soy de los que piensan que si volviera a nacer no cambiaría nada, porque cada acto y suceso me ha hecho ser quien soy, y de eso muy estoy satisfecha, pero eso no quita que haya habido momentos duros y otros durísimos.
Siempre me calificaron de una niña muy “espabilada e inteligente”, pero imagino que eso se lo dirán a todos los niños, ya que muchas veces subestimamos su capacidad de razonamiento y perspectiva de las cosas.
Yo recuerdo hacerle preguntas lógicas e “inocentes” (si se puede decir así) a mi madre.
En mi cerebro de infante no cabía la idea de que un trabajador del agro, un bodeguero, un camionero o la familia de un balsero (que en aquel entonces los hacían ver como cuasi-delincuentes) vivieran mejor que nosotros, siendo mi madre médico y mi padre ingeniero.
Ahora reconozco que ponía a mi mamá en posiciones muy incómodas a la hora de responderme y se le hacía difícil darme una respuesta que me dejara satisfecha, sobre todo en la edad de los “por qué”, tengo la vaga sensación de nunca quedar conforme con sus planteamientos.
Siempre terminaba diciéndole que entonces se pusiera a trabajar en un agro mercado o en un hotel o algo así. Y no lograba explicarme como vivíamos en esas condiciones siendo ambos profesionales.
Tengo pocos recuerdos del período especial, era muy pequeña, algunas cosas las he comprendido ahora que tengo otra perspectiva, además de que mis padres siempre se cuidaron de discutir problemas económicos delante de mi.
Mi madre ha llegado a confesarme ahora después de mayor algunos sacrificios que hacían por mí, y es para llorar.
También me cuenta como, si mi padre me traía un paquete de huevitos de chocolate o de pastillitas por ejemplo y yo estaba jugando con otros niños no me decían que me los comiera sola, al contrario me inculcaba que compartiera (como muy pocos hacían por aquellos días), aunque mi padre no era muy partidario de eso, y también lo entiendo; ese paquete de huevitos fácilmente podía equivaler a mi merienda de una semana en la escuela y ahí estaba yo, compartiéndolo, casi regalándolo con los otros niños que no hacían lo mismo conmigo.
Recuerdo como los jabones cuando estaban demasiado pequeños, tanto que si intentabas usarlos se te partían en las manos; no se botaban, se hacían picadura y de ahí hacían desodorante y también si los metían en un calcetín lo usaban para lavar la ropa, o sea de detergente.
Recuerdo usar la misma mochila (de bastante mala calidad) durante casi 3 años seguidos, los zapatos eran un dolor de cabeza ya que el pie me crecía a una velocidad impresionante y los precios eran de risa. Con la ropa me tenía que aguantar, y casi nunca tenía ninguna prenda nueva, a no ser el día de mi cumpleaños.
Aún así, mis padres se siguen mereciendo no uno, sino 20 premios, los mejores que existan. Entre mis 7 y mis 12 años si fuimos a comprar ropa o zapatos para alguno ellos más de 4 veces fue mucho.
Lo más cercano a algo “ilegal” o “por fuera” que hicimos en casa fue vender duro-frío. A mi me gustaba mucho que en mi casa se vendiera duro-frío (jugo de alguna fruta congelado, similar a una paleta) porque siempre tenía merienda cuando llegaba de la escuela, además me dejaban ayudar a prepararlos y cuando venían a comprar podía venderlos, me sentía útil. Teníamos una buena clientela porque no hacíamos “inventos”, sino que era jugo real y puro congelado, y la calidad se nota…
Claro, para lograr esto mi papá tenía que ir semanalmente en bicicleta de el Cerro a Caimito a comprar las frutas (casi siempre guayaba por suerte) y leche para mi desayuno. ¿Díganme si eso no es sacrificio?
Entonces veía a los que tenían familiares en el exterior o a los que andaban en “negocios sucios” y no entendía nada. Si ellos eran los que hacían las cosas mal, como podían vivir en mejores condiciones que nosotros que no nos metíamos en nada y mis padres trabajaban muchísimo.
Cuando entré en la adolescencia la perspectiva de las preguntas cambió, y ya eran reproches.
Claro, en una edad donde se le da gran importancia a como luzcas era lógico que vendrían problemas en casa.
Hace pocos años yo no era completamente disidente con el sistema, solo tenía cosas que no me encajaban pero me tragaba la mayor parte de la propaganda comunista; pero esas preguntas que nunca tuvieron una satisfactoria respuesta quedaron en la memoria y poco a poco fui buscando la respuesta por mi misma.
Yo era de las que le repetía a mis compañeros que la revolución era buena, que nos daba salud y educación gratis, que no había tanta violencia y que en otros países los niños se morían de hambre (sin recordar que nosotros por poco somos uno de esos.
Ahora mi forma de pensar ha cambiado. Ya sé que de “salud y educación gratis” no vive el hombre, para qué educación si siendo profesional no puedo ni alimentar a mi familia. No es suficiente, hace falta más, mucho más.
No creo ni un poco en lo que digan o hagan esos vejestorios en mi país, veo que lo único que han hecho es llevarlo a la ruina y de esos valores humanos y gran cultura que tanto se jactan que tengan la mayoría de los cubanos se pueden ir despidiendo.
La sociedad cubana, poco a poco ha ido dejando cada vez más los escrúpulos y los valores espirituales en el armario; para poder sobrevivir.
En cuanto a la salud y la educación que se está instaurando en el país, ya no la quiero ni gratis, en las escuelas niños (los últimos del escalafón, huyéndole al servicio militar) dando clases, los alumnos rectificándoles errores de contenido y de ortografía cada 2x3, eso a los pocos que dan clases y no se limitan a reproducir las video clases.
En los hospitales, los estudiantes latinoamericanos, experimentando con los pacientes, los médicos reales andan de misión internacionalista (por 200cuc al mes) como única vía de escape a la extrema necesidad en la que viven por ser profesionales y atenerse a ello, sin irse del país o a trabajar en turismo o algo así.
Así andan las cosas por mi país.
Hoy no estoy en él y ya no soy una niña, pero me siento muy orgullosa de ser cubana.
Estoy tranquila, las cosas cambiarán. Me gusta creer que puedo ayudar a ese cambio, aún en la distancia.
Haré todo lo que esté en mis manos por que así sea.
Parafraseando a Claudia Cadelo: por ley de vida ellos no nos sobrevivirán. El futuro son los jóvenes y los jóvenes queremos cambio.
Estoy tranquila, mi momento llegará.
Soy de los que piensan que si volviera a nacer no cambiaría nada, porque cada acto y suceso me ha hecho ser quien soy, y de eso muy estoy satisfecha, pero eso no quita que haya habido momentos duros y otros durísimos.
Siempre me calificaron de una niña muy “espabilada e inteligente”, pero imagino que eso se lo dirán a todos los niños, ya que muchas veces subestimamos su capacidad de razonamiento y perspectiva de las cosas.
Yo recuerdo hacerle preguntas lógicas e “inocentes” (si se puede decir así) a mi madre.
En mi cerebro de infante no cabía la idea de que un trabajador del agro, un bodeguero, un camionero o la familia de un balsero (que en aquel entonces los hacían ver como cuasi-delincuentes) vivieran mejor que nosotros, siendo mi madre médico y mi padre ingeniero.
Ahora reconozco que ponía a mi mamá en posiciones muy incómodas a la hora de responderme y se le hacía difícil darme una respuesta que me dejara satisfecha, sobre todo en la edad de los “por qué”, tengo la vaga sensación de nunca quedar conforme con sus planteamientos.
Siempre terminaba diciéndole que entonces se pusiera a trabajar en un agro mercado o en un hotel o algo así. Y no lograba explicarme como vivíamos en esas condiciones siendo ambos profesionales.
Tengo pocos recuerdos del período especial, era muy pequeña, algunas cosas las he comprendido ahora que tengo otra perspectiva, además de que mis padres siempre se cuidaron de discutir problemas económicos delante de mi.
Mi madre ha llegado a confesarme ahora después de mayor algunos sacrificios que hacían por mí, y es para llorar.
También me cuenta como, si mi padre me traía un paquete de huevitos de chocolate o de pastillitas por ejemplo y yo estaba jugando con otros niños no me decían que me los comiera sola, al contrario me inculcaba que compartiera (como muy pocos hacían por aquellos días), aunque mi padre no era muy partidario de eso, y también lo entiendo; ese paquete de huevitos fácilmente podía equivaler a mi merienda de una semana en la escuela y ahí estaba yo, compartiéndolo, casi regalándolo con los otros niños que no hacían lo mismo conmigo.
Recuerdo como los jabones cuando estaban demasiado pequeños, tanto que si intentabas usarlos se te partían en las manos; no se botaban, se hacían picadura y de ahí hacían desodorante y también si los metían en un calcetín lo usaban para lavar la ropa, o sea de detergente.
Recuerdo usar la misma mochila (de bastante mala calidad) durante casi 3 años seguidos, los zapatos eran un dolor de cabeza ya que el pie me crecía a una velocidad impresionante y los precios eran de risa. Con la ropa me tenía que aguantar, y casi nunca tenía ninguna prenda nueva, a no ser el día de mi cumpleaños.
Aún así, mis padres se siguen mereciendo no uno, sino 20 premios, los mejores que existan. Entre mis 7 y mis 12 años si fuimos a comprar ropa o zapatos para alguno ellos más de 4 veces fue mucho.
Lo más cercano a algo “ilegal” o “por fuera” que hicimos en casa fue vender duro-frío. A mi me gustaba mucho que en mi casa se vendiera duro-frío (jugo de alguna fruta congelado, similar a una paleta) porque siempre tenía merienda cuando llegaba de la escuela, además me dejaban ayudar a prepararlos y cuando venían a comprar podía venderlos, me sentía útil. Teníamos una buena clientela porque no hacíamos “inventos”, sino que era jugo real y puro congelado, y la calidad se nota…
Claro, para lograr esto mi papá tenía que ir semanalmente en bicicleta de el Cerro a Caimito a comprar las frutas (casi siempre guayaba por suerte) y leche para mi desayuno. ¿Díganme si eso no es sacrificio?
Entonces veía a los que tenían familiares en el exterior o a los que andaban en “negocios sucios” y no entendía nada. Si ellos eran los que hacían las cosas mal, como podían vivir en mejores condiciones que nosotros que no nos metíamos en nada y mis padres trabajaban muchísimo.
Cuando entré en la adolescencia la perspectiva de las preguntas cambió, y ya eran reproches.
Claro, en una edad donde se le da gran importancia a como luzcas era lógico que vendrían problemas en casa.
Hace pocos años yo no era completamente disidente con el sistema, solo tenía cosas que no me encajaban pero me tragaba la mayor parte de la propaganda comunista; pero esas preguntas que nunca tuvieron una satisfactoria respuesta quedaron en la memoria y poco a poco fui buscando la respuesta por mi misma.
Yo era de las que le repetía a mis compañeros que la revolución era buena, que nos daba salud y educación gratis, que no había tanta violencia y que en otros países los niños se morían de hambre (sin recordar que nosotros por poco somos uno de esos.
Ahora mi forma de pensar ha cambiado. Ya sé que de “salud y educación gratis” no vive el hombre, para qué educación si siendo profesional no puedo ni alimentar a mi familia. No es suficiente, hace falta más, mucho más.
No creo ni un poco en lo que digan o hagan esos vejestorios en mi país, veo que lo único que han hecho es llevarlo a la ruina y de esos valores humanos y gran cultura que tanto se jactan que tengan la mayoría de los cubanos se pueden ir despidiendo.
La sociedad cubana, poco a poco ha ido dejando cada vez más los escrúpulos y los valores espirituales en el armario; para poder sobrevivir.
En cuanto a la salud y la educación que se está instaurando en el país, ya no la quiero ni gratis, en las escuelas niños (los últimos del escalafón, huyéndole al servicio militar) dando clases, los alumnos rectificándoles errores de contenido y de ortografía cada 2x3, eso a los pocos que dan clases y no se limitan a reproducir las video clases.
En los hospitales, los estudiantes latinoamericanos, experimentando con los pacientes, los médicos reales andan de misión internacionalista (por 200cuc al mes) como única vía de escape a la extrema necesidad en la que viven por ser profesionales y atenerse a ello, sin irse del país o a trabajar en turismo o algo así.
Así andan las cosas por mi país.
Hoy no estoy en él y ya no soy una niña, pero me siento muy orgullosa de ser cubana.
Estoy tranquila, las cosas cambiarán. Me gusta creer que puedo ayudar a ese cambio, aún en la distancia.
Haré todo lo que esté en mis manos por que así sea.
Parafraseando a Claudia Cadelo: por ley de vida ellos no nos sobrevivirán. El futuro son los jóvenes y los jóvenes queremos cambio.
Estoy tranquila, mi momento llegará.
Pd: Muchas gracias a Garrincha por la caricatura!!!
7 ¿que tu crees?:
Deya.
Esos recuerdos de la infancia y la adolescencia son siempre muy emotivos.
A mi me criaron mis abuelos porque mis padres murieron cuando yo iba a cumplir dos años y no los recuerdo.
deya, a ti te tocaron los macetas,.
a mí, los hijos de pinchos.
ah... la pubertad con pantalones chinos...
un besote.
Hola,
Estoy mui emocionada.
Eliete Divina
Brasil
Gracias Deya!
Abrazo,
Vero
Realmente el mundo a través de la mirada de un niño es magica y bella, muy lejos de las no condiciones que por necesidad cambian al ser humano para convertirlo en enemigo de sí mismo, chacal voraz capaz de matar al hermano por la patria, causa perdida, el mismo poder que te mantiene de manera infrahumana y que a la vez corrompe y divide, no sólo en Cuba es fácil encontrar que la gente que trabaja por su cuenta como comerciantes o con algún oficio, vivan mejor que un empleado federal llamese maestro o ingeniero, claro que tambien hay los que viven mucho mejor aquí y que se dedican al narcotrafico, al final de cuentas uno se queda mirando esas grandes injusticias y tienes de dos sopas, actuas o permaneces callado, de alguna manera escribiendo, alzando la mano o participando intentando unir lazos de manofacturas similares, podremos hacer un cambio. saludos y gracias por anunciar mi blogcillo aqui con ustedes, la verdad es un honor!!!
Deya, vi tu url en un comentario que dejaste en el blog Desde La Habana y preferí escribirte. A partir de ahora voy a responder en nombre de Laritza e Iván, que es mi hijo, porque ellos cuando van a internet a enviar trabajos no les alcanza el tiempo para revisar ni responder comentarios. Hace un mes un amigo nos abrió una web, me gustaría reproducir tus recuerdos de la niñez. Se llama CUBA PUNTOS DE VISTA (http://www.cuba-opinion.net). También voy a añadir un enlace y, cuando pueda lo añadiré a mi blog (http://taniaquintero.blogspot.com)Un abrazo, Tania Quintero
Creo que tus palabras me han llenado de emocion, tienes un futuro extraordinario haciendo lo que te propongas y ante todo al igual que tu y sin conocerlos, creo que si, que tus padres merecen muchas medallas y todas las bendiciones del mundo.
Adelante que la vida va pa'lla.
Juan.
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