Los niños en cuestión han perdido la voluntad. Ya no son niños propiamente dicho, pero eso no es importante para lo que nos ocupa.
Ahora quieren jugar a las casitas. Que importa si al otro lado del muro pueden tener el mundo a sus pies; llevan toda la vida siendo indirectamente adoctrinados, preparados, anestesiados para este momento.
Es el momento en el que se supone que uno debe plantearse como algo muy serio su futuro inmediato y a largo plazo.
Se debe aclarar que a estos niños se les ha acostumbrado a no tener casi nada (comparado con lo que podrían tener), pero como consecuencia directa, tampoco necesitan hacer mucho.
Es sencillo, no hay recompensa, pero tampoco sacrificio... así se va derritiendo nuestro personal y único espacio temporal en este mundo... casi invariable; de ahí se alimenta la apatía.
Si para cualquier niño del mundo ya es complicado elegir una vez llegado a este punto, imaginémosnos por un momento un niño al que hemos mantenido encerrado en la misma casa durante toda su vida, rodeado de gente conformada a vivir encerrada (evidentemente los que no se conforman, se van y dejan de influir en el niño) repitiendo que el mundo fuera de los muros es muy duro y cruel.
Pues ahora tenemos a la niña, en este momento crítico. Momento de tomar decisiones del tipo "todo o nada". ¿Es justo que tome esta decisión sin tener toda la información en sus manos? Ella sabe que es un momento decisivo, sabe que es importante y aún así el repertorio de pros y contras con el que cuenta es el de un solo lado del muro... no puede ser objetiva aunque quiera.
Es el momento de cruzar la calle e ir más lejos de lo que nunca hemos ido. Cruzar el muro.
Es el momento en que nos asaltan nuestros miedos y demonios previamente entrenados y equipados por nuestros cuidadores.
Está el niño, que nunca lo ha tenido muy fácil. Siempre ha querido escapar de casa, cruzar la calle corriendo, saltar, derribar el muro; pero ahora tiene compañera de juegos y las cosas han cambiado, así lo siente él.
Es muy tentador quedarse del lado conocido de la calle, ya sabemos lo que podemos hacer, conocemos el terreno y quién sabe si algún día las cosas cambien para mejor... para qué enrolarnos en una loca aventura de cruzar calles y muros. ¿Y si nos sale mal? Además siempre he escuchado que es muy difícil eso de andar saltando muros, te haces daño y duele bastante.
- Creo que mejor nos quedamos por aquí, ahora no estamos solos, tenemos un compañero de juegos. Ya no duele tanto estar encerrado. Intentaremos construir nuestra propia casa con nuestra propia calle dentro de los terrenos delimitados por el muro, la cual, tal vez, tampoco cruzarán nuestros hijos.-
Así veo, desde mi lado de la calle, desde el otro lado del muro que en su día tanto daño me hizo al cruzar; como mis niños se sientan a esperar, a fantasear con que construyen un futuro, que no será ni de cerca el que merecen y pueden tener.
Ahora quieren jugar a las casitas. Que importa si al otro lado del muro pueden tener el mundo a sus pies; llevan toda la vida siendo indirectamente adoctrinados, preparados, anestesiados para este momento.
Es el momento en el que se supone que uno debe plantearse como algo muy serio su futuro inmediato y a largo plazo.
Se debe aclarar que a estos niños se les ha acostumbrado a no tener casi nada (comparado con lo que podrían tener), pero como consecuencia directa, tampoco necesitan hacer mucho.
Es sencillo, no hay recompensa, pero tampoco sacrificio... así se va derritiendo nuestro personal y único espacio temporal en este mundo... casi invariable; de ahí se alimenta la apatía.
Si para cualquier niño del mundo ya es complicado elegir una vez llegado a este punto, imaginémosnos por un momento un niño al que hemos mantenido encerrado en la misma casa durante toda su vida, rodeado de gente conformada a vivir encerrada (evidentemente los que no se conforman, se van y dejan de influir en el niño) repitiendo que el mundo fuera de los muros es muy duro y cruel.
Pues ahora tenemos a la niña, en este momento crítico. Momento de tomar decisiones del tipo "todo o nada". ¿Es justo que tome esta decisión sin tener toda la información en sus manos? Ella sabe que es un momento decisivo, sabe que es importante y aún así el repertorio de pros y contras con el que cuenta es el de un solo lado del muro... no puede ser objetiva aunque quiera.
Es el momento de cruzar la calle e ir más lejos de lo que nunca hemos ido. Cruzar el muro.
Es el momento en que nos asaltan nuestros miedos y demonios previamente entrenados y equipados por nuestros cuidadores.
Está el niño, que nunca lo ha tenido muy fácil. Siempre ha querido escapar de casa, cruzar la calle corriendo, saltar, derribar el muro; pero ahora tiene compañera de juegos y las cosas han cambiado, así lo siente él.
Es muy tentador quedarse del lado conocido de la calle, ya sabemos lo que podemos hacer, conocemos el terreno y quién sabe si algún día las cosas cambien para mejor... para qué enrolarnos en una loca aventura de cruzar calles y muros. ¿Y si nos sale mal? Además siempre he escuchado que es muy difícil eso de andar saltando muros, te haces daño y duele bastante.
- Creo que mejor nos quedamos por aquí, ahora no estamos solos, tenemos un compañero de juegos. Ya no duele tanto estar encerrado. Intentaremos construir nuestra propia casa con nuestra propia calle dentro de los terrenos delimitados por el muro, la cual, tal vez, tampoco cruzarán nuestros hijos.-
Así veo, desde mi lado de la calle, desde el otro lado del muro que en su día tanto daño me hizo al cruzar; como mis niños se sientan a esperar, a fantasear con que construyen un futuro, que no será ni de cerca el que merecen y pueden tener.
1 ¿que tu crees?:
En contraste, mi sobrina nacida lejos de los muros y los cercos ha dicho hace un par de dias: la unica libertad es la de los niños. Genial este articulo, que hace pensar....
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