Ayer me llegó un sobre por correo postal.
No es mi costumbre recibir nada por esa vía. Sería si acaso la segunda o la tercera vez que me ocurre.
En mi correo electrónico, no obstante, siempre hay alguien preguntando si recibí por fin lo que me mandaron a mi dirección postal (algún libro casi siempre) y yo tengo que responder una y otra vez negativamente.
Un día mandé por accidente mis llaves a una amiga en Argentina con una prima.
Mi amiga insistía que le podía salir caro pero intentaría meterlas en una cajita y enviármelas desde San Martín de Los Andes, afortunadamente desistió y me fueron regresadas vía personal, afortunadamente digo, porque si no, estuviera yo todavía en-la-calle-y-sin-llavín.
Hace algunos años escuché mencionar la existencia en Cuba de un "tráfico" de correo: una especie de agencia independiente anónima (ilícita claro) que se ocupa de traer y llevar envíos personales como medicinas, dinero, etc. Me parece una buena solución alternativa que los cubanos han sabido mantener “fuera de la ley” para la total seguridad de su correspondencia. Ya nadie suele –más bien se atreve a- ir a la oficina de Correos a mandar algo: es muy barato pero demasiado desconfiable. Aún así, conozco dos o tres escritores y fotógrafos que han tenido algo más de suerte y siguen enviando a los concursos internacionales que únicamente admiten por esta vía. Aunque la proliferación de estos concursos vía online es un alivio para casi todos mis conocidos.
Mi sobre tenía un cuño, antes de abrirlo lo miré al borde de la exasperación: fechaba 26 de octubre y estábamos a 12 de diciembre!
No venía de "afuera", sin embargo: remitía el Centro Pablo de la Torriente Brau más conocido como la Casa de la Poesía en la Habana Vieja, a quince minutos de distancia, a 500 dígitos de diferencia de mi código postal. Contenía todas y cada una de las once invitaciones a las exposiciones realizadas en la ciudad durante el X Salón y Coloquio de Arte Digital entre el 2 y el 6 de noviembre. Me quedé mirando el abanico de cartoncitos con sus respectivos números por un momento, pensando qué coño hacer con ellos ahora. Pensé además qué tipo de organizadores habrían permitido que el correo se retrasara tanto y enseguida retiré tal tontería de mi cabecita: los organizadores del evento no tendrían mucho que ver a la hora de juzgar a alguien...
Desde siempre he sabido que Correos de Cuba (nacional e internacional) es lo más corrupto y desastroso: llueven las fatales anécdotas en vez de las cartas. A veces divertidas, a veces no tanto. Es archiconocida su fama de violación a la privacidad (filme Nada -2001- de Juan Carlos Cremata, donde la protagonista -la encargada de poner los cuños a las cartas ya selladas- se toma la libertad de revisar las cartas que tiene que entregar y contestarlas y así intervenir en la felicidad ajena... violando así el pertinente artículo constitucional (y jugándose los 3 a 9 meses de privación de libertad, aun cuando se supone espera la salida definitiva del país: Vergüenza política). Idea Original: Amelie -2001 también- de Jean-Pierre Jeunet) y de robo: cuando alguien pide un giro desesperado a su familia en otra provincia por ejemplo y le llega menos de la mitad o nada. Tampoco nadie hace reclamación alguna por el frecuente extravío de las cosas allí: no vale la pena porque perderás tu tiempo y estarás lejos de que te ofrezcan solución.
La que me viene a la mente es la historia de un amigo escritor, que, ya sin esperanzas de recibir los libros que su amigo en Europa le había enviado largos meses atrás, pasaba por donde un viejo librero que vendía libros de uso (hay millones así en La Habana, sólo tienen que tener una licencia para hacerlo, y pagarle así un alto impuesto al gobierno); cuando mi amigo de pronto tropezó con un título que le era bien conocido: el libro que deseaba leer hacía tanto y sin tener la suerte de recibir aún. Cuando abrió la primera página había una dedicatoria. Con su nombre, de puño y letra de su amigo. Ese era su libro y no podía existir otra explicación que la de haber sido inescrupulosamente extraído (extirpado) del correo y vendido a este señor anciano para su negocio. Siguió buscando y rápidamente dio con el otro ejemplar, también dedicado. Tuvo que comprar ambos a un precio exagerado. Sus propios libros.
1 ¿que tu crees?:
Me gusta. Gracias por darla a conocer ;) José
http://www.noticiasgrancanaria.com/
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