Como soy el mas viejo de esta banda, pues les ha dado por pedirme que escriba de mis recuerdos y de como fue mi vida en años que parecen lejanos....
Vengo de la Habana. De cuando la Habana todavía lo era, y de cuando los policías no parecían un ejército de ocupación, pero de cuando había puntos de control con milicianos con metralletas checas. El exotismo del trópico desaparecía en medio de la implantación de un tosco exotismo del este, de Rusia, con desamor, odios y envidia.
Crecí en un sitio que hoy me parece mucho mas multicultural que cualquier lugar del mundo donde viví luego. Había vecinos de no se cuantos lugares de España, judíos de toda Europa, uno que otro francés, tengo primos italo-cubanos, primos judeo-cubanos, mil amigos chinos, una legión de amigos negros -en todas las gradaciones de la piel, desde canela hasta tinta- y no había día que no fuera a la casa de un amigo de la primaria o de la secundaria que no oyera al menos a un abuelo hablar con un raro acento o en una lengua rara. Tambien vi encender menoras, velas a Buda, velas a los santos y los orishas, y a veces, casi todas las combinaciones en la misma casa o una abuela que se daba sillón con la mirada perdida en la lejanía mientras la luz hacía juegos reflejandose de los vasos espirituales sobre un escaparate. Descubrí los misterios del peine caliente con la tía de un amigo, que me explicaba la diferencia entre pelo y pasa, para mi asombro. Como pelo pasa, solía decir en un juego de palabras intraducible.
Nada como llegar a la casa y contar que nuestro amigo chino llevo algo a la merienda que le habian hecho sus padres o abuelos, y que tenia un sabor interesante. Nada tan triste, y tan aleccionador, como ver que de un día para otro desaparecían nuestros amigos, o que la escuela ahora cambiaba de nombre al ser nacionalizada por unos tipos con cara de pocos amigos y uniformes sucios.
Crecer asé me enseñó, definitivamente, a escuchar. Aprendí frases, recuerdo nombres y caras de la infancia lejana, donde comencé a comprender que todo lo que me parecía increiblemente interesante se estaba desarmando a pedazos. De repente el aula tenía muchísimos menos alumnos.
Iba a casa de un amigo a grabar musica rock en la grabadora de cinta de su abuelo. Que era un especialista en lengua euskera, un escritor y filósofo que siempre hablaba de la "patria vasca" al cual le habían escamoteado tambien la otra "patria" que había elegido como suya. O ir a la casa de amigos cuya abuela, catalana, hacía encajes -hasta que desaparecieron las bodas por la iglesia- y donde el flan se transformaba y adquiría nombre francés, crême brulée, al cual quemaba por encima con un alambrito que tenía enrollado una mota de algodón mojada en ron.
Me enteré de la muerte de abuelos chinos, de tristeza. Luego supe que ese era el eufemismo para describir el pacto suicida de ancianos cantoneses que se habían reinventado en la Habana adoptando nombres cristianos y formando familia con mil trabajos en la bodega y la lavanderia.
Supe lo que era la tristeza de ver como un relojero que había escapado del Holocausto ahora veía que por "el bien del pueblo" el régimen le "intervenía" es decir, le robaba, su pequeño negocio, que la única ganancia que le proporcionaba era independencia, porque ni mucha subsistencia que le daba. De este hombre tomé miles de libros prestados, no pudo llegar a Israel, no pudo llegar a los Estados Unidos, porque las autoridades sádicamente les demoraban el permiso de salida, a gente que se habían hecho ciudadanos cubanos cuando Cuba era la esperanza y cuando ellos habían dejado un mundo lleno de horrores detras. El murió, esperando la salida. Ella murió, días despues de recibir el permiso, sobre la tumba de él, en el cementerio judío de Guanabacoa, con el dichoso papel entre las manos, no podía salir de ahi sin él. A ellos dedico el video de hoy. Hava Nagila, en las voces de ellos me sonaba como Havana-Gila.
3 ¿que tu crees?:
Un post como la copa de un pino, me ha dado una nostalgia tremenda. Yo vivía en la calle Muralla, con olor a anís y a telares e imprentas judías, el viandero era chino, así como su mujer. Crecí en un solar que era una torre de Babel, donde habían chinos, negros, asturianos, polacos judíos, catalanes judíos, una francesa, una jamaiquina, y Farolito, el sereno que apagaba las luces de los faroles de la calle.
A mí me gusta el post. La versión del Hava Naguila me parece una cosa muy rara, pero tampoco deja de gustarme.
Un puñetazo en la nostalgia. Me gustó el video.
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